Cuando el estudiante es
capaz de integrar y articular informaciones, habilidades, talentos y destrezas,
alcanza la cima del aprendizaje, un instante que el Dr. Paul E. Dennison llama simplemente "¡Ajá!".
¿Cómo llegar a la meta?
El papel docente es
facilitar introspecciones que permitan que el alumno reflexione, haga uso de
sus recursos internos y llegue por sí mismo a sus conclusiones. Idealmente, el
estudiante se apropia tanto del proceso como del resultado del aprendizaje, y
eventualmente puede transferirlo a otras situaciones.
Si nos reducimos a
meramente administrar información a los alumnos, y/o se las damos en forma
anticipada a la reflexión / interiorización / concienciación del estudiante (lo
que hacen maestros "a la antigua", así como softwares y videos),
literalmente, estamos "robando" a nuestros estudiantes este 'momento
de oro' del aprendizaje.
Cuando un individuo logra
transitar exitosamente esta avenida, llegar a sus propios "¡Ajá!", a
sus momentos ¡Eureka!, permitimos el desarrollo de la autonomía, incrementamos
sus posibilidades de auto-regulación y de repetir cuantas veces quiera el
proceso del aprendizaje exitoso.
Y, si el proceso ha sido apasionante, donde cerebro-cuerpo y emoción operan en forma
equilibrada y armoniosa, lo que Barry Sears llamaría “estar en la zona”, promovemos
aprendizajes realmente memorables... no información que se borra al cabo de
unos cuantos días.
Este proceso que se acaba
de describir es una de las partes medulares de la Kinesiología Educativa. Paul
E. Dennison describe una serie de etapas – que no necesariamente se desenvuelven en forma lineal –, donde el individuo se inicia en el aprendizaje / entrenamiento /
capacitación, y paulatinamente va adquiriendo los elementos, información,
habilidades y destrezas que le permitirán “dominar” tal o cual área.
Al proceso de aprender, Dennison lo describe como
de procesamiento mental de baja velocidad y ocurre utilizando las habilidades
denominadas de “hemisferio izquierdo” (ver el detalle, analiza, se detiene para
prestar atención fina).
Cuando hemos realmente
aprendido, el procesamiento mental es de alta velocidad, habilidades propias
del hemisferio derecho, donde se almacena la memoria de largo plazo, el gran
disco duro cerebral.
El aprendizaje óptimo
transita exitosamente en baja y alta velocidad, conforme lo requiera el
estudiante. Echa mano de aprendizajes previos, y los integra con las nuevas
informaciones, destrezas y habilidades. La persona está relajada y alerta, su
mente procesa fluidamente la experiencia, y su cuerpo reporta sensaciones de
bienestar. La persona ESTÁ BIEN. Realmente, está bien.
Aquí, la analogía con la “zona”
de Sears, o que en términos de Dennison, es la zona privilegiada del
aprendizaje.
Si hemos logrado vivir un
aprendizaje óptimo, lo hemos almacenado en nuestra memoria de largo plazo
asociado con el gran placer y emoción de haber logrado algo (momento ¡Eureka!),
podremos recuperarlo tantas veces queramos en nuevos contextos de aprendizaje o
aplicación. Y el proceso se vuelve acumulativo, creando la certeza y la confianza de que realmente podemos aprender y que vamos creando un gran acervo
personal.
Pues hasta aquí el cuento de
hadas... todo es bello... la realidad es que todos nos bloqueamos en una forma u otra
en nuestro desempeño.
¿Por qué? ¿Qué nos desconecta? ¿Qué nos desequilibra? Estrés, temor, falta
de coordinación ojo-mano, de comunicación bihemisférica, problemas de
escucha o de comprensión de lo que vemos / leemos… y tantos bloqueos posibles
como seres humanos y situaciones de aprendizaje hay.
Poco a poco, en estas
entregas, iremos profundizando en los aspectos conceptuales medulares de la
Edu-Kinesiología, y cómo, mediante un abordaje desde la dimensión corporal, logramos superar las dificultades y vivir estos maravillosos momentos ¡Eureka!
También podremos ahondar en los puntos de convergencia con los sistemas pedagógicos modernos (cognitivistas, constructivistas, por competencias), así como en aquellos aspectos tanto teóricos como prácticos con los que se difiere.
Nos espera un buen trabajo. Esperamos nos acompañen.
Cristina Pruneda
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