sábado, 31 de agosto de 2013

¿Qué quiero de los maestr@s de mis hijos? Carta de un padre de familia.

Por Jon Eckert

Queridos maestr@s:

Mi hija más pequeña, de apenas tres años de edad, inicia clases en el kínder mañana.

Hasta el momento, mis otros dos hijos están en competencia para influir en la opinión de su hermanita. ¿Amará la escuela, tal como quiere la menor o la odiará, como pretende su hermano?

Durante el último mes, mi hija de 7 años ha llevado la cuenta regresiva para un día muy feliz: el inicio de clases en 2° de primaria. Pero mi hijo que entra a 5° grado, sólo anticipa su inminente tragedia: el final de las vacaciones.

Me dirijo a ustedes con la esperanza de que mi hija de 2° grado gane este debate y que todos mis hijos amen aprender, aún si no lo llegan a admitir.

Como padre y maestro, les pido que hagan tres cosas en este ciclo escolar (y para que no parezca que me intereso únicamente en mis hijos, quiero que sepan que voy a compartir los mismos consejos con los profesores que estoy capacitando. Ellos también iniciarán clases mañana).

Inicien el año teniendo el ultimo día de clases en mente

Hacia finales de junio de 2014, y gracias a las horas que habrán pasado con ustedes, ¿cómo se habrán convertido mis hijos en mejores versiones de sí mismos? ¿Cómo habrán crecido como estudiantes y como seres humanos? Calificaciones aparte, ¿cómo serán mis hijos? ¿Qué me dirán de su experiencia en la escuela? También, quisiera saber qué esperan ustedes de mis hijos y necesito que ustedes quieran saber cuáles son mis expectativas, para que podamos trabajar juntos.

(Tomen nota: quisiera que mi hija de jardín de niños me diga que no escuchó la campana de la escuela porque estaba “bajo el hechizo de los cuentos”. O que mi hijo me diga más sobre el tiburón mako que lo que la mayoría de la gente podría).

Logren que mis hijos trabajen mucho

Una de las razones por las que mi hija de segundo de primaria ama la escuela es porque tiene que trabajar duro todos los días. En mis preferencias, la memorización y la caligrafía no son prioritarias. Más bien, quisiera que mis hijos aprendan cómo trabajar; a superar las dificultades y la frustración, hasta lograr la bien ganada comprensión; que sepan luchar y perseverar.

Para que esto suceda, mis hijos necesitan un ambiente seguro facilitado por maestros expertos. 

Necesitan muchas oportunidades para fallar; aprender de sus errores y fracasos, e intentar una vez más.

Ese maestro experto también debe estar dispuesto a fallar. Después de todo, nadie logra la maestría sin tomar riesgos o asumir nuevos desafíos. (Espero que la maestra de mi hija de kínder tenga esta disposición, pues fue testigo de mis propios errores cuando fue mi estudiante).

Me encanta escuchar a mi hijo quejarse de su maestra cuando hace comentarios como: “Siempre nos hace tomar notas de todo. Es la clase de lectura y lo único que hacemos es escribir.” A mi juicio, esto es un gran elogio proveniente de un niño de 10 años.

Amen a mis hijos

Esto puede sonar cursi, pero ¿acaso no es lo que todo padre desea? Ámenlos a pesar de sus limitaciones, mala letra y enloquecedorass negativas para agregar más detalles e información de apoyo en sus composiciones. Ámenlos a pesar de sus molestos papás.

Sigan presionando y no se dén por vencidos. A pesar de que mi hijo es un adversario auto-declarado de la escuela, he sido testigo de cómo se emociona cuando se despide de sus maestros al final del ciclo escolar.

Finalmente, gracias por todo.

Tiene ante sí una tarea impresionante, una responsabilidad grandísima y una oportunidad increíble para formar y moldear a los niños: los míos, pero también los de muchos otros padres.

Jon Eckert ha sido maestro de nivel primaria, secundaria y universidad por 17 años, además de ser Embajador ante el Departamento de Educación de Estados Unidos en las administraciones Bush y Obama. Actualmente es profesor de la Wheaton College de Illinoisy miembro de CTQ Collaboratory.

Para leer el artículo original, siga este enlace.


Compilación y traducción: Cristina Pruneda